
En una época en que los astronautas se comportaban un poco como estrellas de rock, muchos se referían a él como "el monje". Vivía y siguió viviendo en una pequeña ciudad y no explotó su inmensa popularidad para forrarse mediante entrevistas, al contrario, se mantuvo alejado siempre de la prensa. Trabajó duro en la NASA y como profesor, así como en la industria aeroespacial. Para terminar me gustaría citar las palabras de su familia al anunciar su fallecimiento:
"Para honrar a Neil, tenemos una simple solicitud. Honrar su ejemplo de servicio, cumplimiento y modestia; y la próxima vez que camine afuera en una noche clara y vea la Luna sonriente, creo que Neil le hará un guiño."
Les dejo como regalo su voz, esos hermosos segundos en los que anunció que había dado un paso muy pequeño para un hombre, pero un salto de gigante para la Humanidad: