Kenneth Branagh como Henry V |
La víspera de la batalla de Azincourt el rey Henry V de Inglaterra dirigió a sus maltrechas tropas (5.000 arqueros y 1.000 peones) una arenga que se ha perdido, pero que Shakespeare ha recreado de forma inmortal. Los ingleses se creen perdidos ante 25.000 franceses y su rey los alienta con una de las arengas más hermosas (y famosas) de la literatura. Resaltaré en negrita los párrafos que más me gustan.
WESTMORELAND
¡Ójala tuviéramos aquí ahora Aunque fuera diez mil de aquellos hombres que en Inglaterra están hoy ociosos!
REY HENRY V
¿Quién pide eso? ¿Mi primo Westmoreland? No, mi buen primo: Si hemos de morir, ya somos bastantes para causar una pérdida a nuestro país; y si hemos de vivir, cuantos menos hombres seamos, mayor será nuestra porción de honor.
¡Dios lo quiera! te lo ruego, no desees un solo hombre más. Por Júpiter, no codicio el oro, Ni me importa quién se alimente a mi costa; no me angustia si los hombres visten mis ropas; esos asuntos externos no ocupan mis deseos: Pero si es pecado codiciar el honor, soy la más pecadora de las almas vivientes.
No, creeme, primo, no desees un solo hombre de Inglaterra: ¡Paz de Dios! no perdería un honor tan grande Como el que un solo hombre creo que me arrebataría por lo que más deseo. ¡Oh, no pidas uno solo más! Proclama, en cambio, Westmoreland, por mi ejército, que el que no tenga estómago para esta pelea, que parta; se redactará su pasaporte y se pondrán coronas para el viático en su bolsa: no quisiéramos morir en compañía de un hombre que teme morir en nuestra compañía.
Este día es la fiesta de Crispiniano: el que sobreviva a este día y vuelva sano a casa, se pondrá de puntillas cuando se nombre este día, y se enorgullecerá ante el nombre de Crispiniano. El que sobreviva a este día, y llegue a una edad avanzada, agasajará a sus vecinos en la víspera de la fiesta, y dirá: ´Mañana es San Crispiniano´. Entonces se alzará la manga y mostrará sus cicatrices y dirá, ´Esta heridas recibí el día de Crispín´. Los viejos olvidan: y todo se olvidará, pero él recordará con ventaja qué hazañas realizó en ese día: entonces recordará nuestros nombres familares en sus labios como palabras cotidianas: Harry el rey, Bedford y Exeter, Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester, se recordarán como si fuera ayer entre sus jarras llenas.
El buen hombre contará esta historia a su hijo; y nunca pasará Crispín Crispiniano, desde este día hasta el fin del mundo, sin que nosotros seamos recordados con él; nosotros pocos, nosotros felices pocos, nosotros, banda de hermanos; porque el que hoy derrame su sangre conmigo será mi hermano; por vil que sea, este día ennoblecerá su condición: y los gentileshombres que están ahora en la cama en Inglaterra se considerarán malditos por no haber estado aquí, y tendrán su virilidad en poco cuando hable alguno que luchara con nosotros el día de San Crispín.
Al día siguiente, 25 de octubre de 1415, la banda de hermanos de Henry V destrozó al ejército francés en Azincourt totalmente, gracias a sus arqueros galeses y artilugios anti-caballería (y un valor a toda prueba).
Shakespeare, eterno Shakespeare. Has tornado inmortal una triste batalla perdida en la bruma del tiempo y que hubiera sido tragada por el olvido, como tantas otras. Bien nos vendría ahora un tipo como Henry V que nos levantara del suelo y nos alentara a aplastar a quienes nos atacan y oprimen.
Y de regalo (de yapa, diría mi abuela), esta arenga en boca de Kenneth Branagh: