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La Maldición de Mandos

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El Rey Fingolfin se enfrenta a Morgoth
Con el inminente estreno de "El hobbit" ando tolkieniano perdido y me apetece contar una escena de su libro menos conocido a nivel masivo, el más difícil de leer, puesto que el viejo y querido Tolkien lo concibió como una saga: para ser oído, no leído. Es, naturalmente, "El Silmarillion". En él se cuenta la creación del mundo y la Primera Edad de la Tierra Media. Obviamente no voy a hacer un resumen del libro, pero voy a contar una pequeña historia.

Tras crear el mundo, Eru Ilúvatar siente que es hermoso, pero está vacío. Junto a él, fuera del mundo, existen unos, llamémosle espíritus, de dos jerarquías: los más poderosos son los Valar, y luego los Maiar. Algunos de éstos descienden a la Tierra y la embellecen y perfeccionan, estableciéndose en la región llamada Valinor (lo que luego se conocería como las Tierras Imperecederas), pero hay uno (siempre hay algún desgraciado) que empieza a corromperse por el deseo del poder y del dominio: quiere Arda (éste es el nombre de la Tierra) para sí mismo: es Morgoth Bauglir, el primer Señor Oscuro, de quien Sauron, el terrible personaje de la época de El Señor de los Anillos no es más que un mero siervo. Ocurren muchas cosas, pero la que nos importa es ésto: para poblar el resto de Arda, Ilúvatar crea a los Elfos, los Primeros Nacidos

Los Elfos de Tolkien son criaturas de una belleza e inteligencia sobrehumanas, amantes de las estrellas, la música y la poesía... e inmortales. Pueden ser asesinados, pero no padecen enfermedad alguna.  Los primeros Elfos vivían en paz junto a los Valar. Pero, entre varios sucesos, ocurre el que nos ocupa: Morgoth se acerca a los más nobles de entre los Elfos y comienza a envenenar sus mentes, diciéndoles que los Valar los retienen en Valinor por temor a que los Elfos, en libertad en la Tierra Media más allá del mar, los eclipsaran con sus logros. Y ocurre la desgracia: el más grande de los Noldor (la Casa más alta de los Elfos), llamado Fëanor,   le presta oídos, y junto a sus parientes y otros Noldor, seres orgullosos y altaneros, se dedica a la fabricación de armas, y finalmente proclama que se irá de Valinor, que los Elfos merecen reinos propios. 

Los Valar intentan disuadirlo, pero sus consejos no hacen más que reforzar la creencia de que quieren impedirles partir, y ocurre algo espantoso, inédito hasta ahora en Arda: los Noldor se dirigen a sus hermanos que viven a orillas del Mar, los elfos Teleri, y les piden que se unan a ellos, o al menos que les faciliten barcos para cruzar hasta la Tierra Media. Los Teleri no deseaban en modo alguno abandonar Valinor ni contrariar los deseos de los Valar, por lo que se niegan, y entonces ocurre la primera matanza entre hermanos, y la sangre de los Teleri mancilla la Tierra de Valinor. 

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Los Elfos llegan a la Tierra Media
Y aquí llegamos al meollo de esta enrevesada nota: al hacerse a la mar, una furiosa tempestad hundió muchos de los barcos, así que debieron empezar una larga y penosa marcha hacia el norte, el único punto en que las Tierras Imperecederas se unían a la Tierra Media. Y cuando llegaron finalmente allí apareció Mandos, un Valar llamado "el Juez" y pronunció la terrible Maldición de Mandos, unas palabras de resonancias bíblicas: parece en verdad una de las admoniciones del terrible y celoso Yahvé del Antiguo Testamento. Pero sea cual fuere la inspiración de Tolkien, son palabras difíciles de olvidar para los que amamos al Silmarillion:

Lágrimas innumerables derramaréis; y los Valar cercarán Valinor contra vosotros, y os dejarán fuera, de modo que ni siquiera el eco de vuestro lamento pasará por sobre las montañas.
Sobre la Casa de Fëanor la cólera de los Valar cae desde el Occidente hasta el extremo Oriente, y sobre todos los que los sigan caerá del mismo modo.
El juramento los impulsará, pero también los traicionará, y aún llegará a arrebatarles los mismos tesoros que han jurado perseguir.
A mal fin llegará todo lo que empiecen bien; y esto acontecerá por la traición del hermano al hermano, y por el temor a la traición. Serán para siempre los Desposeídos.
Habéis vertido la sangre de vuestros parientes con injusticia y habéis manchado la tierra de Aman. Por la sangre devolveréis sangre y más allá de Aman moraréis a la sombra de la Muerte. Porque aunque Eru os destinó a no morir en Eä, y ninguna enfermedad puede alcanzaros, podéis ser asesinados, y asesinados seréis: por espada y por tormento y por dolor; y vuestro espíritu sin morada se presentará entonces ante Mandos.
Allí moraréis durante un tiempo muy largo, y añoraréis vuestro cuerpo, y encontraréis escasa piedad, aunque todos los que habéis asesinado rueguen por vosotros. Y a aquellos que resistan en la Tierra Media y no comparezcan ante Mandos, el mundo los fatigará como si los agobiara un gran peso, y serán como sombras de arrepentimiento antes que aparezca la raza más joven.
Los Valar han hablado.

Lógicamente, al oír esto algunos volvieron, y pidieron y obtuvieron el perdón de los Valar. He abreviado mucho la historia (omitiendo, por ejemplo, la cuestión de los Silmarils, unas joyas sagradas creadas por los Noldor y robadas por Morgoth) Es el Silmarillion un libro arduo (ya veis, simplemente en esta breve nota, la cantidad de nombres propios que hay), pero contiene algunas de las más hermosas historias salidas de la pluma de Tolkien. Y podemos, tras leerlo, entender cabalmente, muchas de las cosas que suceden en El Señor de los Anillos, como la larga enemistad entre Elfos y Enanos y la tristeza de los Elfos. Vamos, que os lo recomiendo. Y a los tolkiendilis, decirles que, salvo la maldición en sí, esto ha sido redactado como siempre, a la primera que sale, y que no he querido recargar con más nombres la nota (no aporta nada, por ejemplo, saber que el verdadero nombre de Morgoth es Melkor). En fin, si a alguien le pica el gusanillo por leer (o releer) el Silmarillion, me daré por más que satisfecho.

Dos músicos geniales

the-piano-guysMis amigos de Facebook (algunos) ya los conocen: se llaman "The piano guys" y hacen covers de canciones, interpretándolas en piano y cello. Son una maravilla (hay mucho material suyo en Youtube), pero como buen fan de Tolkien les dejo esta pequeña maravilla basada en distintos momentos de la banda sonora de la película "El Señor de los Anillos". Que lo disfruten.


©The piano guys


10 personajes de la literatura

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Aragorn hijo de Arathorn
Los asiduos ya saben cómo funciona este blog: no hay nada preparado ni meditado, las cosas salen en bruto... si gustan, bien, y si no, pues... mala suerte. Hoy se me ha ocurrido poner diez personajes de la literatura que me han atrapado por lo que sea, así que agarré la libreta y apunté sin cavilar demasiado los primeros que se me ocurrieron. Aquí están:
  • Gandalf, Olórin o Mithrandir: Naturalmente, en primer lugar el mismísimo Peregrino Gris que da nombre al blog. ¿Qué decir de Gandalf, que ha definido el aquetipo de mago errante en el siglo XX? No es humano (en el mundo de Tolkien es un Maiar, un espíritu que puede cobrar forma, de la misma categoría de Sauron, su enemigo mortal), pero sus poderes tampoco son ilimitados. Colérico, bondadoso, amante de los hobbits aunque a veces lo saquen de sus casillas -algunas de sus frases más cáusticas están dirigidas a ellos, en especial al incordio ambulante llamado Pippin-, peregrino infatigable, consejero, guerrero, sabio y humilde... una mezcla de Odín y Merlín, pero con el toque magistral de Tolkien.
  • Carlos Argentino Daneri: El pedante e insufrible poeta que nos pinta Borges en El Aleph. El hombre, (repito la palabra), pedante hasta la exasperación tiene en su casa un Aleph, es decir un punto en el cual pueden verse a la vez todos los puntos del Universo desde todos los puntos de vista posibles, sin superposición y sin transparencia, nos informa Borges. Esto casi lo enloquece, y acomete la absurda tarea de describir en verso el mundo entero. No los países, o las culturas: todo lo que el mundo contiene, cada brizna de hierba, cada hormiga, cada árbol. Es un personaje tan desmesurado que no me resisto a dejarles una de sus frases, como ejemplo de su (otra vez, van tres) pedantería absoluta: "Es el Príncipe de los poetas en Francia", repetía con fatuidad. "En vano te revolverás contra él; no lo alcanzará, no, la más inficionada de tus saetas.". Después de este ejemplo de su prosa, no puedo añadir nada más.
  • Charles Dexter Ward: Protagonista de una espléndida novela breve de H.P.Lovecraft, el pobre Charles sufre el clásico destino del aprendiz de brujo: invocar a fuerzas demasiado poderosas como para ser dominadas. Indagando al principio en asuntos genealógicos -tema recurrente en los relatos de Lovecraft- se topa en su pasado con una figura siniestra: Joseph Curwen, un hombre proscrito que parecía no envejecer. Se embarca en una búsqueda que lo ahonda en las ciencias ocultas, y descubre el secreto de su antepasado: ha logrado realizar lo que el mago medieval Paracelso llamaba palingenesia, es decir evocar la imagen de algo muerto mediante sus cenizas. Así, Curwen y sus secuaces saquean tumbas de grandes pensadores y científicos para arrancarles su sabiduría. Finalmente se desvela el verdadero propósito del siniestro brujo: que su descendiente lo resucite a él, usando sus cenizas, pero una vez que Charles lo ha hecho, lo asesina y pretende hacerse pasar por él. Es uno de los mejores relatos del caballero de Providence, en mi concepto.
  • El Capitán Nemo: Uno de tantos personajes inolvidables del gran Verne. Oscuro y atormentado, en el libro más conocido, "Veinte mil leguas de viaje submarino", no sabemos quién es ni porqué se dedica a atacar a los barcos con su submarino eléctrico. Un verdadero héroe decimonónico que se pasea por las llanuras de la Atlántida, pelea con krakens y es un poco la excusa para que Verne nos deje, una vez más, boquiabiertos ante su presciencia.
  • Impey Barbicane: Más Verne. Éste es el arquetipo del yankee, el presidente del "Gun Club", una asociación de artilleros veteranos de la guerra civil. Uno de esos tipos para los cuales no existe la palabra "imposible". Viendo cómo el club languidece en tiempos de paz, propone construir un supercañón con el cual disparar una bala a la Luna. Los cálculos de Jules fueron tan precisos, que sitúa el sitio no muy lejos de Cabo Cañaveral (no es azar, es una cuestión matemática referida al ángulo y velocidad de salida del vehículo). Es un tipo genial aunque austero, complementado por otro personaje genial, Miguel Ardan, el infaltable francés, que da un vuelco a la trama anunciando que viajará en el proyectil. Uno de los libros que leído quizá centenares de veces desde mi infancia.
  • Aragorn, Elessar: Si me pongo con Tolkien, no termino nunca y transformaría el blog en algo sólo sobre la Tierra Media. Pero no me resisto a esta figura, el rey destronado, atormentado porque teme enfrentarse a su destino. Curiosamente, me atrae más la figura del Aragorn montaraz (vaya palabra más horrible para traducir ranger), viviendo al aire libre, cazando a los servidores del mal, alojándose en sitios de mala muerte, roñoso y temido por los aldeanos que el Aragorn Rey, tan impoluto y majestuoso. Será mi vena ácrata, que le tiene alergia a la monarquía.
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William of Baskerville
  • Pierre Gringoire: De los varios personajes de Nuestra Señora de París, me quedo con el pobre Pierre. El cura es un asqueroso, el pobre Quasimodo mueve a compasión, el capitán Phoebus es un fanfarrón y un idiota, la Esmeralda... qué decir de ella que no sea no apto para menores. Pero Pierre, despistado, enamorado sin esperanza, poeta, bravo a su manera, superviviente de la Corte de los Milagros, es una figura entrañable y de las mejores que han surgido de la pluma del gran Víctor.
  • HAL 9000: El increíble ordenador HAL es un maravilloso paradigma de los ordenadores o robots en conflicto con las tres leyes de la robótica enunciadas por Asimov. Tras el descubrimiento de la existencia de vida inteligente, una tripulación se dirige a la luna Japeto, aparentemente en misión de exploración. Hay dos tripulantes despiertos y el resto hibernado... pero sólo HAL sabe el verdadero objetivo de la misión. Y no es una mera máquina, tiene consciencia, temores, remordimientos... y enloquece ante la contradicción entre sus órdenes y las leyes generales que ha de cumplir. La escena en que lo desconectan es realmente patética.
  • William de Baskerville:  El espléndido Sherlock Holmes avant-la-lettre que nos regala Umberto Eco en El nombre de la rosa. Sagaz hasta lo indecible, humano en una época y en una institución inhumanos, nos regala espléndidos soliloquios sobre filosofía tomista, y nos hace partícipes, junto con su amigo Ubertino da Casale, de la gran epopeya de los movimientos heréticos y cismáticos de ese convulso siglo XIV. A veces me resulta un poco increíble, es difícil que una persona se sustrajera al bárbaro ambiente imperante, y parece razonar como alguien del siglo XX, pero ante escenas como su enfrentamiento con Jorge de Burgos por el tema de la risa en Aristóteles, le perdono cualquier desliz.
  • Richard III: No podía evitar a mi querido amigo William. Muchas de sus criaturas pueblan mis recuerdos literarios: Hamlet el indeciso, el animoso Henry V, el infame Yago, el celoso Othello, el trágico Lear... pero un canalla tan redomado como Richard III no puede faltar en la lista. Es malo, pero malo, malo; malo malísimo. El tito Shakespeare acentuó su supuesta deformidad como símbolo de la deformidad de su alma, pero los cuadros no lo muestran tan mal. Seduce a una mujer a la que acaba de dejar viuda, hace asesinar chiquillos en la Torre de Londres (si esas paredes hablaran...). En fin, una mala bestia. Su símbolo heráldico era el jabalí, y así termina, cazado y acosado como un animal. Su patético grito "un caballo, un caballo, mi reino por un caballo" resuena a través de los siglos, y lo seguirá haciendo.
En fin, como lector fase terminal, podría seguir y seguir, pero prometí sólo diez. Cada cual tendrá los suyos y los echará en falta. Pero bueno, se hace lo que se puede. Y ellos siempre estarán ahí, esperando que abramos el libro o encendamos el ebook, como viejos y fieles amigos.

Escenas memorables (de libros)

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Jorge de Burgos
El otro día tuvimos escenas memorables del cine. Hoy, rememoraré algunas de libros, en el orden en que me salgan. Dado que mi memoria degenera a pasos agigantados, y andar buscando las citas textuales implicaría andar buscando en Google (o lo que es peor en mi caótica biblioteca) y estoy perezoso, simplemente mencionaré de qué se trata y quizá alguna frase aproximada. Y si no leyeron el libro en cuestión, pues hacen lo que los nativos de Zanzíbar cuando llueve.

  • El nombre de la rosa: el terrible diálogo entre William de Baskerville y Jorge de Burgos (trasunto literario de Borges, también bibliotecario y ciego) acerca de la risa. Pocos personajes más tristes y amargados que Jorge ha producido la literatura.
  • El aleph: Este sí me lo sé de memoria: cuando Borges visita la casa de Beatriz, a pesar de su estomagante primo, y mirando su retrato le dice con desesperación "Beatriz, Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo, Beatriz querida, Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges". Ese "perdida para siempre" introduce en tres palabras lo irrevocablemente trágico de la muerte y tiñe la escena de tristeza y melancolía.
  • Cosmos: El libro entero es una maravilla, pero especialmente cuando habla acerca de que la Tierra es la orilla del océano cósmico, y que el mar del infinito nos llama, remueve algo muy hondo en mí, y creo que en toda la especie humana (salvo aquellos que dicen que viajar al espacio es un despilfarro porque hay problemas en la Tierra. Si fuera por esa gente, todavía la Humanidad estaría apelotonada en África Oriental... total, para qué ir más allá).
  • El Señor de los Anillos: Aquí estoy en un aprieto: me fascina todo el libro, entero. Elegiré tres escenas al azar: cuando Gandalf, en las Minas de Moria, le dice a Frodo que no sea ligero al adjudicar la muerte; cuando en las laderas del Orodruin Sam carga con Frodo, que no puede más, y la despedida final en los Puertos Grises (no os diré "no lloréis", puesto que no todas las lágrimas son malas). Madre mía, qué libro.
  • Martín Fierro: Libro canónico en Argentina, una historia de gauchos escrita en verso. Hay una escena memorable, cuando Cruz, un milico de los que está acosando a Fierro, echa pie a tierra gritando que no va a consentir que maten a un valiente y se pone a luchar codo a codo con éste.
  • La sombra sobre Innsmouth: Estupendo relato de Lovecraft. Hay una escena muy buena cuando describe el ambiente de decadencia y podredumbre del barrio cercano al puerto, pero la persecución final del melindroso protagonista por parte de las deformes huestes de Cthulhu es verdaderamente angustiosa. Muchos relatos de este hombre producen realmente una sensación pesadillesca.
  • The road: Brutal y sombría novela de Cormac McCarthy. Un hombre y su hijo recorren un Estados Unidos postapocalíptico, donde no hay comida, ni animales, ni plantas. Hay una escena especialmente espeluznante en la que entran en un sótano buscando algo que comer, y se encuentran con seres humanos encadenados, destinados a servir de alimento a una banda de caníbales. Horroroso.
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Conan, el hombre que no sabe llamar a la puerta
  • Cánticos de la lejana Tierra: En esta historia de amor espacial, Arthur C. Clarke nos pinta la destrucción de nuestro planeta al convertirse el sol en "nova" (es un error de bulto, pero bueno... al tío Art se lo perdonamos). Y hay una escena terrible, cuando los tripulantes de la nave se alejan del planeta sentenciado y ven mediante sus telescopios la agonía y muerte de la Tierra. Te entran ganas de llorar.
  • Hombres a caballo: Un relato periodístico del inicio de la guerra de Afghanistán, gran parte de la cual se libró, literalmente, a caballo. Hay dos escenas que me quedaron grabadas: una es cuando el norteamericano decide impresionar a su colega afgano, y decide pedir el lanzamiento de una bomba GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast bomb (MOAB), el artefacto no nuclear más poderoso existente en ese momento... las comunicaciones talibanes (unos se escuchaban a otros todo el tiempo) son aterradoras, los tíos estaban seguros de haber sido víctimas de un ataque nuclear. Y la otra es cuando uno de sus combatientes se acerca al general Dostum, de la Alianza del Norte, y le dice que si pueden aplazar un par de días un ataque, que unos primos suyos reclutados a la fuerza están en el pueblo que será atacado, y el otro accede... estas prácticas, al parecer, eran de lo más común. 
  • El vino del estío: En esta maravillosa serie de relatos, Ray Bradbury nos describe el verano de 1928 (creo) en un pueblecito del interior de Estados Unidos, desde el punto de vista de dos niños. Y la Historia de la muerte de la bisabuela es de las que me hace llorar como un pelotudo cada vez que la leo, no puedo evitarlo.
  • Hazañas y chapuzas bélicas: El más irreverente e iconoclasta repaso a las acciones bélicas que haya leído. Humor negro y sardónico, a veces salvaje, sirve para ilustrar las más delirantes historias guerreras (la descripción de la épica batalla de Perejil, titulada "Los teleñecos en Iwo Jima", es para hacerte perder el sentido de la risa). Pero la escena en que describe un "general" liberiano que se hacía llamar "Butt Naked" (Culo al aire, lo traducen), que entraba en combate desnudo, bañado en sangre de un sacrificio humano y llevando peluca y bolso de señora es verdaderamente inenarrable. Si no fuera tristemente cierto, sería una obra maestra del surrealismo.
  • Conan: Uno de los tantos relatos de Robert E. Howard, no recuerdo cuál. Llega el ínclito Conan a una posada en una ciudad en el desierto, saca su espada y aporrea la puerta con el pomo, mientras vocifera algo como "¡Abre de una vez, por Crom, quiero comida y un lecho, y lo tendré aunque tenga que echar la puerta abajo!". Siempre me he preguntado... ¿no podía simplemente usar el llamador como todo el mundo?
Bueno, ya vale por hoy. Seguramente habrá una segunda entrega, que libros es lo que sobra en casa del Peregrino Gris. Y respecto a lo que hacen los de Zanzíbar cuando llueve quizá os lo cuente en otra ocasión. O no. Nunca se sabe.

Tolkiendili

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John Ronald Reuel Tolkien
Antes que nada, aclarar el título. Los freakys como yo solemos subdividirnos en varios tipos, de acuerdo a nuestro objeto de interés principal. Los hay Trekkers (devotos de Star Trek), Geeks (los locos de la informática y la tecnología)... y los seguidores incondicionales de la obra de Tolkien, los Tolkiendilis
Mi historia con las obras del escritor británico es larga. Por puro azar, cayó en mis manos su obra más difícil, una saga (literalmente) llamada "El silmarillion". Ante mis fascinados ojos se desplegó todo un mundo, con su historia, geografía, mitos, lenguajes... era algo que no había visto ni de lejos (lo único remotamente parecido era el mundo de la Edad Hiboria de los relatos de Conan, pero que estaba a años-luz de lo que estaba descubriendo). Indagando en las librerías, me enteré de que luego del Silmarillion venía El Hobbit, y luego El Señor de los anillos. Así que por pura casualidad leí los libros en el orden correcto.

¿Porqué la obra de este hombre me chifló tanto? Difícil de concretar. Vale que el marco y el contenido son fastuosos... la Tierra Media es una auténtica maravilla y la obsesión por el detalle de Tolkien la dotan de un realismo sorprendente. Además, es un mundo de fantasía en el cual puedes tranquilamente "suspender la incredulidad", como decía Coleridge. Suceden cosas que en nuestro mundo no podrían existir, vale, pero los personales tienen sus limitaciones por poderosos que sean. Gandalf, por más mago que sea, tiene que rendirse en el Paso de la montaña Caradhras porque la nieve le impide el avance, y ante la sugerencia de Legolas de que vaya delante con una llama para fundir un sendero, le espeta secamente que "no puede quemar nieve". De todos modos, las descripciones son tan exquisitas que existen atlas que reconstruyen toda la Tierra Media basándose en el relato.

Especialmente interesante es el planteamiento que escogió Tolkien para llevar a cabo la misión más importante de la historia de la Tierra Media: destruir el Anillo Único de Sauron, el Señor Oscuro que amenaza la libertad del mundo entero. No escoge a un gran  Mago como Gandalf, o un gran guerrero como Aragorn: el encargado de llevar a cabo esa misión es un simple hobbit, un tipo no más alto que un niño humano de diez años, no muy diestro con la espada, y más amante de la buena vida que de andar escalando volcanes. Tolkien nos pone aquí ante algo que nos concierne directamente: el papel que todos nosotros, por pequeños y humildes que seamos, podemos jugar en los grandes acontecimientos del mundo. Suena utópico (nuestro mundo real de hoy es mucho más aterrador que cualquier cosa que haya leído acerca de la Tierra Media), pero leer la aventura terrible de Frodo me reconforta. Y yo no veo al libro como una lucha entre el Bien y el Mal, en plan bíblico maniqueo. Más bien la veo en clave política, y muy parecido a la Segunda Guerra Mundial: Sauron es un tipo que busca sobre todo el poder y el dominio, aún a costa de su propia destrucción en el proceso.

Un crítico de Tolkien dijo que LOTR (Lord of the Rings) era un librito de aventuras en el cual cuando termina la guerra los buenos ganan y vuelven a casa felices como buenos chicos que son. A mí me parece que el tipo ése no leyó el mismo libro que yo... el libro tiene un final melancólico y duro, y más de una vez se me han caído las lágrimas leyendo la despedida de Frodo en los Puertos Grises... por no hablar de su versión cinematográfica. La película (porque en realidad es una película dividida en tres trozos, igual que el libro, que NO es una trilogía, sino un único libro partido por imposición de los editores) para mí es simplemente perfecta, y rezuma amor por la obra de Tolkien en cada fotograma. Vale que tiene un par de defectos (meter a los Elfos en la batalla del Abismo de Helm fue una pifia muy gorda), pero la he visto decenas de veces, y las decenas más que la seguiré viendo. Además, tiene un gran mérito: ha incrementado las filas de los Tolkiendilis, gente que desconocía a Tolkien y que a partir de la película ha leído los libros y se ha hecho fan. Y nos ha obligado a establecer una cronología: los Tolkiendilis APJ (antes de Peter Jackson, el director) y los DPJ (después de Peter Jackson). Y es que los APJ solemos ser tan fans que tenemos mucha más obra de Tolkien que los libros principales: sus libros menores, su correspondencia, las gramáticas de los lenguajes de la Tierra Media... locos de atar, vamos.

Así pues, ya sabéis otro de mis grandes amores. Y ya que estamos, me despido en élfico: Elen síla lumenn'omentielvo!

Villanos de cine (malos malísimos)

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Hannibal Lecter, M.D.
La tan mentada "magia del cine" a veces hace que en una película el villano sea tan atractivo que tomamos partido por él... en cambio en otras pagaríamos por matarlo con nuestras propias manos. Para alguien como el Peregrino Gris, que ha conservado intacta la capacidad infantil de meterse dentro de una historia (sea libro, film o videojuego) esto puede ser entre divertido y estresante. Así que os obsequio con diez malos malísimos de la historia del cine, los primeros que se me ocurrieron (aunque conté con ayuda). Ya sé que hay más, y que si me lo currara más les podría poner cuatrocientos, pero este blog sale así: aquí te pillo, aquí te escribo. Ahí van:

  • Darth Vader: Qué decir del Lord Sith más famoso del Universo conocido. Desde su primera y majestuosa aparición en el pasillo de una nave estelar fútilmente defendido por los bastardos de la Alianza Rebelde (sí, soy imperial, qué pasa) hasta su final en una pira, pasando por momentos inolvidables, como estrangular mediante la Fuerza a un burócrata molesto mientras simplemente afirma con voz calma "su falta de fe me resulta perturbadora", todo él es un villano de pies a cabeza.
  • Hannibal Lecter: Mi psiquiatra favorito. Construído a modo de Frankenstein con retazos de psicópatas criminales reales (Ed Gein, Jeffrey Dahmer y otros), es el depredador perfecto. Culto, sutil, inteligente, elegante hasta la exasperación, salvajemente violento, eficaz y frío pero capaz de enamorarse perdidamente de una paleta del FBI, es uno de mis malos malísimos favoritos. Thomas Harris, su creador, tiene el mérito de haber logrado que los otros malos que aparecen en sus libros son tan repugnantes que uno toma partido por Hannibal inmediatamente. Su frase de despedida en El silencio de los corderos es simplemente perfecta: mientras espera a su némesis, el Dr. Chilton, le suelta a Clarice: I do wish we could chat longer, but... I'm having an old friend for dinner. Bye. Sublime.
  • Coronel Bill Kilgore: ¿Quién no recuerda al coronel chiflado y cabrón que en Apocalypse Now pone la Cabalgata de las Walkyrias como música de fondo para arrasar una posición del Vietcong? Un bestia de pies a cabeza, capaz de tomar un sitio no por su valor militar sino para hacer surf, de amagar con darle agua a un herido y luego pasar de él o de disfrutar viendo cómo los charlies se fríen bajo el napalm. Y esa sustancia es precisamente la que lo ha hecho inmortal, con una frase brutal: "Hueles eso? ¿Lo hueles muchacho? Es napalm. Nada en el mundo huele así. ¡Qué delicia oler napalm por la mañana!
  • The Joker: No soy de superhéroes (es más, los detesto), pero reconozco que el Joker interpretado por Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton me encantó. Su delirante y excesiva interpretación le vino como anillo al dedo al absurdo personaje (tan absurdo como un tipo que se disfraza de murciélago, todo hay que decirlo). ¡Su frase "Has bailado alguna vez con el diablo bajo la luz de la Luna?" es encantadora!
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Lord Darth Vader
  • Vito Corleone: Más de un/a cinéfilo se me echará al cuello por incluir a Don Vito en esta relación. Bueno, yo amo al Padrino, pero no dejo de reconocer que es un mafioso que ordena muertes y salvajadas sin que se le mueva un músculo de la cara. Estrictamente hablando, es uno de los malos... el problema es que, como en el caso de Lecter, viendo quienes son los otros, no te queda más que tomar partido por el. Su frase inmortal es tan conocida que bien vale leerla en italiano: Lui farà un'offerta che non può rifiutare.
  • Sargento de Artillería Hartman: terrorífico instructor de Marines en Full Metal Jacket. El actor, Ronald Lee Ermey, no tuvo que interpretar: él mismo fue exactamente eso, instructor de Marines. Sus excesos -verbales y físicos- te generan tal rabia, que cuando finalmente se lo cargan te dan ganas de vitorear. No obstante, para un chiflado de las armas como yo, verlo en su serie de TV es una pasada... está como una cabra. Mi frase favorita: En Texas solo hay vacas y maricones, recluta Cowboy, y tú no te pareces mucho a una vaca.Así que ya sabemos lo que eres.Te gusta mamar pollas?.
  • Cruella de Vil: Mala malísima por antonomasia. ¿qué persona en sus cabales querría un abrigo de pieles de perritos dálmatas?. La peli es genial (para ser de la factoría Disney, de la que no soy devoto), auqnue sus posteriores versiones con actores me parecieron deplorables. La despreciable Cruella, envuelta en una humareda de tabaco y haciendo sus siniestros planes es una figura destacada en las malas femeninas. Sinceramente, no recuerdo ninguna frase suya, y no tengo ganas de mirar en Google.
  • Sauron: Oh... Sauron, el temible Señor de los Anillos... qué decir de tí, Oscura Majestad. He seguido tu ascenso desde que eras un simple siervo de Morgoth Bauglir, el Primer Señor Oscuro, hasta el ascenso y caída de Barad Dûr. Maestro del engaño (vale que los Hombres tenían unas ganas de dejarse engañar que ni te cuento), la encarnación viva de la Voluntad de Poder: Sauron no busca riquezas, no las necesita. Quiere Poder, dominio. El el Mal puro, sin ninguna concesión a la duda y al remordimiento. Sólo conoce una debilidad, el miedo, y ese miedo es quien en última instancia provoca su caída. Hay muchas frases en el libro que podría citar acerca del Ojo, pero me gusta especialmente la inscripción del Anillo Único en la Lengua NegraAsh Nazg durbatulûk, ash Nazg gimbatul, ash Nazg thrakatulûk, agh burzum-ishi krimpatul, uzg-Mordor-ishi amal fauthut burgûli.
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¡Sí, te lo digo a tí, saca tu culo de mi Cuerpo de Marines!
  • Lucio Aurelio Cómodo Antonino: Sí, vale. Gladiator es una barrabasada histórica sin pies ni cabeza, pero... ¿quién no ha disfrutado del combate en la arena entre el gran Máximo y el emperador Cómodo? Es tan asqueroso... intrigante, incestuoso, rastrero, traidor, cobarde... es uno de los malos de la categoría dos que mencionaba al principio: de los que te gustaría liquidarlos con tus manos. Cuesta encontrar algo suyo que no sea un asquito, pero se muestra humano cuando habla con su padre, lamentándose de no ser amado por Marco Aurelio: ¿Qué hay en mí que tanto odias?. Lo único que siempre quise fue estar a tu altura. César, padre...
  • Edward I Longshanks: Para terminar, este vil maestro de traiciones, que diría Gandalf. El viejo y nauseabundo adversario de William Wallace (interpretado por otro tipo que en la vida real es un asqueroso). Odioso, maquiavélico en el peor sentido de la palabra, salvaje... vamos, un malo, pero malísimo, malísimo, no hay en él ni un resquicio de humanidad. La frase que más me gusta es una que es una verdad como la copa de un pino: El problema con Escocia... es que está llena de escoceses. Y bastante trabajo te dieron, viejo cabrón.
En fin, que por haber los hay a cientos, y mientras escribía esto se me ocurrían otros tantos, y cada cual tendrá los suyos. Para gustos colores, y ahora que termino esta nota me quedaré cavilando... ¿qué tiene el mal para atraernos? ¿qué nos parece atractivo de tipos a los que les partiríamos la cara si pudiéramos?. Pero en fin, que esto no es un blog de filosofía. Y no me toquen las narices que les haré una oferta que no podrán rehusar...


Tipología libresca

libros
Algunos de mis libros
Tras una relación de amor de tantos años con los libros, me atrevo a hacer una tentativa de clasificación grosso modo de los tipos de libros que existen. Seguramente me dejaré muchos en el tintero, pero no sean muy exigentes: todavía ando medio dormido por culpa de un libro de la categoría tres.
  • El tocho infumable: Libros de mil y pico de páginas, que no puedes con ellos por más que lo intentes. Hay ejemplo de este tipo de libro que son grandes clásicos, como Guerra y Paz o libros comerciales como Los pilares de la tierra, y que por más empeño que pongo sólo me sirven para un propósito: paliar el insomnio, pues no logro mantenerme despierto leyéndolos.
  • El tocho fabuloso:  El caso contrario, libracos que aunque tengan tropecientasmil páginas te mantienen en vilo de principio a fin. Ejemplo paradigmático es, obviamente en mi caso (Tolkiendili confeso), El Señor de los Anillos, una obra maestra de la cual ya he perdido la cuenta de cuántas veces lo he leído. Lo más curioso de estas obras es que, aunque sean enormes, se te hacen cortas, y querrías más, con lo cual luego te tragas, los apéndices, aclaraciones y recopilaciones diversas.
  • El Trampa Mortal: También conocido como "la madre del insomnio" o "una página más y apago la luz", estos libros son de los que te cogen y no te sueltan, y te quedas hasta las tantas hasta quedarte dormido con el libro entre las manos. Curiosamente si pienso en ellos no me viene a la mente literatura detectivesca ni policial (ya dije en alguna ocasión que no me gusta la novela) sino algunos libros de tema bélico magistrales como Un puente demasiado lejano, de Cornelius Ryan, que es capaz de tenerte en ascuas todo el rato, y te plantea situaciones que hacen imposible cerrarlo aunque sean las tres de la mañana: ¿conseguirá ese bastardo de Bittrich cerrar el corredor en Nimega? ¿tendrá éxito el cruce del río por los yankis? ¡Madre mía, pero cómo este tipo no se da cuenta de que tiene en su poder todos los planes del enemigo!; o el magnífico ¡Oh Jerusalén! de Lapierre & Collins, donde te tiene en vilo todo el tiempo con la lucha desesperada de los israelitas, muchos de ellos supervivientes de los campos de la muerte, por sobrevivir frente a jordanos, libaneses, egipcios, sirios, irakíes y la Legión Árabe que les habían declarado una guerra de exterminio (palabras textuales del Gran Muftí de Jerusalén -íntimo de Adolf Hitler- y de unos cuantos dirigentes árabes más)... éste es el libro que me mantuvo despierto anoche, que a pesar de haberlo releído ya incontables veces, no podía dejarlo.
  • El breve pero intenso: Estos libros son puñetazos intelectuales. Dadas las circunstancias de la actualidad, en que masas enfurecidas de fanáticos ignorantes, empujados por líderes no tan analfabetos, pero sin escrúpulos, están asesinado personas en medio mundo por una película imaginaria que presuntamente ofendería a un supuesto profeta religioso, me viene como ejemplo perfecto de estos libros, pequeños en tamaño pero intensos en contenido El perdedor radical, de Hans Magnus Enzensberger. Son libros de una enorme claridad expositiva y gran densidad de ideas, pero expuestas en unas pocas páginas (72 en el caso citado). Dan fe de aquel dicho de origen incierto: si una palabra no basta, mil son un derroche. Ojo, que el laconismo y la concisión no son garantía de nada, hay libros breves y malos.
  • El que no deja huella: También conocido como "Una y no más, santo Tomás". Típico ejemplo de estos despilfarros de papel y tinta son los best sellers y tantos otros libros que pasan sin dejar huella. Te los lees, y pasan a ocupar su tumba, es decir un hueco en tu biblioteca. Nunca volverán a ser leídos, y maldita la falta que hace. Cumplen su función, la de entretener, y punto. Un caso muy triste es el que sigue este destino sin haber sido terminado de leer. Suelen ser libros que termino donando a la biblioteca o regalando a personas que sé que tienen un gusto literario abominable.
  • El de cabecera: Es lo contrario del anterior, esos libros magníficos que te enriquecen el alma y la mente. Soy un hereje, lo confieso, tengo una relación muy física con los libros: los subrayo, les pongo post it, les doblo las esquinas de las páginas... no me interesa tener una colección de libros perfectos y muertos, como en un museo; mis libros son parte muy importante de mi vida e interactuamos. Y estos libros de cabecera suelen estar descabalados, subrayados y demás perrerías que les hago; han sido leídos y consultados una y mil veces, son objeto no de culto, sino de amor. Y para peor soy como los Gutres del relato de Borges, "eran como niños, a quienes la repetición les agrada más que la variación o la novedad": he releído mis libros favoritos incontables veces, y cuando digo incontables, quiero decir incontables. Curiosamente, tengo ese mismo hábito insano en el cine, pero ése es otro tema.
  • El "si no tomo notas no me entero": Libros complicados de leer, suelen ser buenos (de otro modo no me tomaría este trabajo). Ejemplos tipo son obras con muchos personajes: El Silmarillion es en el que primero pienso. Si no llevo notas, a las veinte páginas ya estoy preguntándome "¿Curufinwë era el hermano de Fëanor, el cuñado o el mismo tipo con distinto nombre?". Pero dado que, como ya he dicho la novela no es lo mío (aunque en mi concepto "El Silma" no es una novela sino una saga), mis libros con notas suelen ser de divulgación científica. Los abstrusos temas que plantea la mecánica cuántica o la teoría de cuerdas son demasiado para mi limitado intelecto, de modo que lleno los libros de notas, subrayados y demás, para que no tenga que volver a la página tal a verificar si la longitud de Planck era tal o era cual.
En fin, seguramente hay más tipos, y cada cual tendrá los suyos. Un vistazo a nuestras bibliotecas evidencia bastante bien nuestras filias y nuestras fobias (así como la carencia de libros me espanta). Ahora mismo, mientras escribo, echo un vistazo a los libros que tengo a mi izquierda,a ese heteróclito caos silencioso y pienso en la magia. Basta con abrir uno de ellos para sumergirme en otros mundos, y entablar conversación con sus autores, muertos hace tiempo... teniendo libros, ¿quién necesita médiums?.

Gaviotas...

Se me han colado unas gaviotas en la portada... es extraño como me conmueve su grito, a mí que que no tengo nada que ver con el mar, y ni siquiera me gusta. Pero no podían faltar en un blog bautizado con el nombre de una de las criaturas de Tolkien... Legolas nos habla de la nostalgia del hogar perdido que despierta en los elfos el lamento de las gaviotas, y nos deja este poema:


Al Mar, al Mar!
Claman las gaviotas blancas,
el viento sopla
y la espuma vuela.
Lejos al oeste se pone el Sol redondo.

Navío gris, navío gris,
¿no escuchas la llamada
de las voces de los míos
que antes que yo partieron?

Partiré, dejaré los bosques
donde vi la luz;
nuestros días se acaban,
nuestros años declinan.
Surcaré siempre solo las grandes aguas.
Largas son las olas que se estrellan
en la playa última,
dulces son las voces
que llaman desde la isla perdida.

En mi hogar,
que los hombres jamás descubrirán.
Donde las hojas no caen:
la tierra de los míos para siempre.

gaviotas

Poesía © George Allen & Unwin