El proceso para integrarse en una Legión tenía unos pasos y requisitos estrictos. En la época del emperador Trajano eran los siguientes:
1. Ser ciudadano romano. Sólo un romano puede ser legionario, los extranjeros (peregrinus) deben alistarse en los cuerpos auxiliares. Si un esclavo se alista y es descubierto terminará en las minas o crucificado.
2. Ser soltero.
3. Integridad corporal y buena salud. Se presta especial atención a las manos. La falta de un dedo pulgar inhabilita para el servicio.
4. Altura mínima de 1,70 m.
5. No tener un historial de delitos graves. Puede hacerse la vista gorda con pequeños delitos.
Si se cumplían estos requisitos, era fundamental tener una carta de recomendación. Cuanto mayor sea la reputación del recomendante, mejor, y si es de un soldado veterano asegurarse un buen puesto en las legiones es cosa hecha. Luego sigue la fase de prueba (probatio). Las credenciales del candidato son examinadas minuciosamente, y más le vale al recluta no ser un esclavo fugado, un criminal huído o uno que intenta alistarse para volver del destierro.
Si el oficial de reclutamiento no encuentra impedimentos, lo pondrá en lista para el Juramento Militar. Hasta que lo haga, el individuo es un civil, y si se arrepiente y se va, no pasa nada, está en su derecho. Pero a partir del juramento, es un soldado de Roma, y huir es muy mala idea. Se firma por un período de servicio de 25 años.
El Juramento Militar era aproximadamente así:
"Da un paso al frente, recluta XXXX, y declara por los varios dioses el juramento irrompible de que seguirás a tu comandante dondequiera que te lleve. Obedecerás las órdenes con entusiasmo y sin vacilar. Renuncias a la protección de la ley civil romana y reconoces el poder de tus comandantes de matarte sin juicio por desobediencia o deserción. Prometes servir bajo los estandartes durante tu período de servicio y no abandonarlo hasta que tu comandante te releve. Servirás a Roma con lealtad, incluso a costa de tu propia vida, y respetarás la ley en lo que respecta a los civiles y a tus comandantes en el campamento. Felicidades, ahora eres un soldado de Roma"
Una vez hecho esto, se abre un legajo para el nuevo soldado, en el cual se apuntan minuciosamente todas sus características físicas (muy útil para identificar cadáveres o desertores). También recibe un "signaculi", una pqueña tablilla de plomo con sus datos (el oprigen de las chapas de identificación de los ejércitos actuales), que debe llevarse colgada al cuello. A partir de este momento, el nuevo soldado de Roma se incorpora a su unidad: su nueva familia.
Fuente: "Legionario. El manual del soldado romano", Philip Matyszak, Ed. Akal