¡Feliz cumpleaños, Monsieur Julio! Cuántas horas felices me ha hecho pasar desde mi más temprana niñez... he viajado en su Nautilus con el enigmático Nemo, he intentado hacer un túnel en el jardín de mi casa tras leer Viaje al centro de la Tierra (quería ver dinosaurios, usted comprende...), he circunnavegado el globo tras los pasos del Capitán Grant y he llorado con la despedida del bravo Thalcave; me ha dejado usted con un nudo en la garganta por la terrible suerte de los viajeros a la Luna, orbitando perpetuamente nuestro satélite... hasta que felizmente me enteré que había una segunda parte. He pasado frío con el intrépido capitán Hatteras y su melancólico final, en un manicomio, como una brújula enloquecida y he empujado con mi mente al barco que transportaba a Phileas Fogg y su fiel Jean Passepartout para que fuera más rápido...
Miles de horas he estado con las criaturas de su imaginación, y aún sigo estándolo (hace poco releí De la Tierra a la Luna). Dicen que su literatura es juvenil o infantil... pues que lo sea. Nosotros, los Peter Pan que no queremos entrar en lo que don Alejandro Dolina llama "esa mediocre resignación que algunos llaman madurez" seguiremos leyéndolo. Ciento ochenta y tres años después de su nacimiento, seguimos recordándolo, que no es poco. Así pues, le deseo larga vida en la memoria de los hombres, esa suerte de inmortalidad que el destino depara a los grandes escritores.