La lacra del antisemitismo

judios-en-poloniaEstos días, debido a los desgraciados acontecimientos en Gaza, pude asistir una vez más a una repugnante exhibición de antisemitismo generalizado. Cierto es que este cáncer social no es exclusivamente español, y que se lo encuentra desde Rusia hasta Polonia y sudamérica, pasando -cómo no- por Alemania. Pero en otros sitios de Europa lo más frecuente es que esta expresión del odio se concentre en la extrema derecha, en cambio en España ultraderecha e izquierda comparten el dudoso honor de profesarlo. Y no deja de desazonarme y ponerme de mala leche: siempre he considerado a la gente de izquierda como más progresista, de mente más abierta y más inmune a las fobias étnico-religiosas... craso error, al parecer.

A un aspecto de esto ya estaba acostumbrado: la prensa. Ciertos diarios que presumen de izquierdistas (o al menos progresistas) cubrieron el conflicto con personas que, si vivieran en un país con leyes contra el antisemitismo como Alemania, ya habrían dado con sus huesos en la cárcel. No eran artículos, eran panfletos, donde sólo faltaba acusar a los israelíes de sacrificios rituales como antaño hiciera la Iglesia (el "Observatorio contra el antisemitismo" debe haber hecho horas extra estos días). Pero leer las barbaridades que personas aparentemente normales y hasta majas decían fue un duro golpe.

Cierto es que después del Holocausto ya nadie admite ser antisemita. Lo cool es ser "antisionista", es decir lo mismo, pero con un barniz político. Pero no cuela. Lo explica mejor que yo A. Perez:


"Vaya por delante que hoy día, salvo la extrema derecha filonazi y residual, nadie se proclama antisemita. Ni siquiera Mahmud Ahmadineyad, que ha expresado su deseo de borrar a Israel del mapa, dice ser antisemita. Él es sólo "antisionista". Y es que, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el descubrimiento de los campos de la muerte, el antisemitismo fue proscrito del lenguaje político y nadie se pudo ya proclamar antisemita abiertamente. Eso no significa que el antisemitismo desapareciese, sino que, como ya había sucedido antes, mutó en algo distinto, que algunos prefieren hoy día denominar judeofobia o israelofobia...
Naturalmente, esto no se refiere a la crítica legítima al Gobierno israelí de turno, o a sus políticas concretas (con sus luces y sus sombras, como las de cualquier Gobierno democrático), sino a la demonización y estigmatización completa del Estado de Israel, el único al que se le cuestiona su derecho a existir y cuya destrucción se considera de buen gusto hasta en los telediarios. Y es que, gracias al antisionismo, uno puede ser de izquierdas y promover, aunque implícitamente, la desaparición de los siete millones de ciudadanos de Israel sin temor a ser tachado de antisemita." 

No podría haberlo explicado mejor. Y es una desgracia: que la izquierda, otrora bastión de las libertades, haya adoptado esta bazofia producto de siglos de oscurantismo religioso y del delirio racial nazi me parece triste y penoso. Para terminar esta entrada, que se me ha hecho cuesta arriba escribir por razones personales (me he llevado enormes decepciones estos días), podré otro texto, esta vez de carácter legal, emitido por la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Fundamentales (FRA), donde se resume lo que he querido decir, y que es la base de muchas de las legislaciones contra el antisemitismo que hay en Europa, dando una exhaustiva definición de lo que constituye antisemitismo:

"Hacer acusaciones falsas, deshumanizadoras, demonizadoras o estereotipadas sobre el poder de los judíos como colectivo, tales como el mito de una conspiración judía mundial, o el control de los judíos sobre los medios, la economía, el gobierno u otras instituciones de la sociedad. Acusar a los judíos como pueblo, o a Israel como Estado, de inventar o exagerar el Holocausto. Acusar a ciudadanos judíos de ser más leales a Israel, o a supuestas prioridades judías mundiales, que a los intereses de sus propios países. Negar al pueblo judío el derecho de autodeterminación, por ejemplo, afirmando que la existencia del Estado de Israel es un proyecto racista. Realizar comparaciones entre la política israelí actual y la de los nazis. Los actos criminales son antisemitas cuando los objetivos de los ataques, ya sean personas o bienes – tales como edificios, escuelas, lugares de culto y cementerios –, son seleccionados porque son judíos, vinculados a judíos, o porque se perciben como tales".

Es triste esto, muy triste. Podría haberme callado, pero no quiero ni debo. Si alguien se molesta por estas palabras, ya sabe lo que tiene que hacer. Es que hay asuntos que no pueden simplemente dejarse correr: la historia nos demuestra bien qué sucede cuando callamos ante estas cosas. Y como dijo el inmortal Quevedo:


No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?