Tipología libresca

libros
Algunos de mis libros
Tras una relación de amor de tantos años con los libros, me atrevo a hacer una tentativa de clasificación grosso modo de los tipos de libros que existen. Seguramente me dejaré muchos en el tintero, pero no sean muy exigentes: todavía ando medio dormido por culpa de un libro de la categoría tres.
  • El tocho infumable: Libros de mil y pico de páginas, que no puedes con ellos por más que lo intentes. Hay ejemplo de este tipo de libro que son grandes clásicos, como Guerra y Paz o libros comerciales como Los pilares de la tierra, y que por más empeño que pongo sólo me sirven para un propósito: paliar el insomnio, pues no logro mantenerme despierto leyéndolos.
  • El tocho fabuloso:  El caso contrario, libracos que aunque tengan tropecientasmil páginas te mantienen en vilo de principio a fin. Ejemplo paradigmático es, obviamente en mi caso (Tolkiendili confeso), El Señor de los Anillos, una obra maestra de la cual ya he perdido la cuenta de cuántas veces lo he leído. Lo más curioso de estas obras es que, aunque sean enormes, se te hacen cortas, y querrías más, con lo cual luego te tragas, los apéndices, aclaraciones y recopilaciones diversas.
  • El Trampa Mortal: También conocido como "la madre del insomnio" o "una página más y apago la luz", estos libros son de los que te cogen y no te sueltan, y te quedas hasta las tantas hasta quedarte dormido con el libro entre las manos. Curiosamente si pienso en ellos no me viene a la mente literatura detectivesca ni policial (ya dije en alguna ocasión que no me gusta la novela) sino algunos libros de tema bélico magistrales como Un puente demasiado lejano, de Cornelius Ryan, que es capaz de tenerte en ascuas todo el rato, y te plantea situaciones que hacen imposible cerrarlo aunque sean las tres de la mañana: ¿conseguirá ese bastardo de Bittrich cerrar el corredor en Nimega? ¿tendrá éxito el cruce del río por los yankis? ¡Madre mía, pero cómo este tipo no se da cuenta de que tiene en su poder todos los planes del enemigo!; o el magnífico ¡Oh Jerusalén! de Lapierre & Collins, donde te tiene en vilo todo el tiempo con la lucha desesperada de los israelitas, muchos de ellos supervivientes de los campos de la muerte, por sobrevivir frente a jordanos, libaneses, egipcios, sirios, irakíes y la Legión Árabe que les habían declarado una guerra de exterminio (palabras textuales del Gran Muftí de Jerusalén -íntimo de Adolf Hitler- y de unos cuantos dirigentes árabes más)... éste es el libro que me mantuvo despierto anoche, que a pesar de haberlo releído ya incontables veces, no podía dejarlo.
  • El breve pero intenso: Estos libros son puñetazos intelectuales. Dadas las circunstancias de la actualidad, en que masas enfurecidas de fanáticos ignorantes, empujados por líderes no tan analfabetos, pero sin escrúpulos, están asesinado personas en medio mundo por una película imaginaria que presuntamente ofendería a un supuesto profeta religioso, me viene como ejemplo perfecto de estos libros, pequeños en tamaño pero intensos en contenido El perdedor radical, de Hans Magnus Enzensberger. Son libros de una enorme claridad expositiva y gran densidad de ideas, pero expuestas en unas pocas páginas (72 en el caso citado). Dan fe de aquel dicho de origen incierto: si una palabra no basta, mil son un derroche. Ojo, que el laconismo y la concisión no son garantía de nada, hay libros breves y malos.
  • El que no deja huella: También conocido como "Una y no más, santo Tomás". Típico ejemplo de estos despilfarros de papel y tinta son los best sellers y tantos otros libros que pasan sin dejar huella. Te los lees, y pasan a ocupar su tumba, es decir un hueco en tu biblioteca. Nunca volverán a ser leídos, y maldita la falta que hace. Cumplen su función, la de entretener, y punto. Un caso muy triste es el que sigue este destino sin haber sido terminado de leer. Suelen ser libros que termino donando a la biblioteca o regalando a personas que sé que tienen un gusto literario abominable.
  • El de cabecera: Es lo contrario del anterior, esos libros magníficos que te enriquecen el alma y la mente. Soy un hereje, lo confieso, tengo una relación muy física con los libros: los subrayo, les pongo post it, les doblo las esquinas de las páginas... no me interesa tener una colección de libros perfectos y muertos, como en un museo; mis libros son parte muy importante de mi vida e interactuamos. Y estos libros de cabecera suelen estar descabalados, subrayados y demás perrerías que les hago; han sido leídos y consultados una y mil veces, son objeto no de culto, sino de amor. Y para peor soy como los Gutres del relato de Borges, "eran como niños, a quienes la repetición les agrada más que la variación o la novedad": he releído mis libros favoritos incontables veces, y cuando digo incontables, quiero decir incontables. Curiosamente, tengo ese mismo hábito insano en el cine, pero ése es otro tema.
  • El "si no tomo notas no me entero": Libros complicados de leer, suelen ser buenos (de otro modo no me tomaría este trabajo). Ejemplos tipo son obras con muchos personajes: El Silmarillion es en el que primero pienso. Si no llevo notas, a las veinte páginas ya estoy preguntándome "¿Curufinwë era el hermano de Fëanor, el cuñado o el mismo tipo con distinto nombre?". Pero dado que, como ya he dicho la novela no es lo mío (aunque en mi concepto "El Silma" no es una novela sino una saga), mis libros con notas suelen ser de divulgación científica. Los abstrusos temas que plantea la mecánica cuántica o la teoría de cuerdas son demasiado para mi limitado intelecto, de modo que lleno los libros de notas, subrayados y demás, para que no tenga que volver a la página tal a verificar si la longitud de Planck era tal o era cual.
En fin, seguramente hay más tipos, y cada cual tendrá los suyos. Un vistazo a nuestras bibliotecas evidencia bastante bien nuestras filias y nuestras fobias (así como la carencia de libros me espanta). Ahora mismo, mientras escribo, echo un vistazo a los libros que tengo a mi izquierda,a ese heteróclito caos silencioso y pienso en la magia. Basta con abrir uno de ellos para sumergirme en otros mundos, y entablar conversación con sus autores, muertos hace tiempo... teniendo libros, ¿quién necesita médiums?.