Amor, odio y ordenadores

Es posible (veremos) que apenas comenzada esta andadura El Peregrino Gris tenga que mudarse. Blogger es muy sencillo de usar, pero cada día (no es mera retórica, literalmente cada día) me hace una faena. La de hoy, bloquearme la URL (la dirección, vamos) de mis dos blogs. Porque sí, vamos, por el artículo 14, como dicen en España... así que a recurrir al Foro de ayuda, a ver si alguien tiene alguna idea, porque la "ayuda" de Google no sirve precisamente de ayuda, es un fárrago confuso que quizá lo entienda un informático o quizá la madre que lo parió. Así que posiblemente me mude a Wordpress, que tiene el inconveniente de ser más difícil y complicado, lo cual unido a mi natural pereza a la hora de escribir dará como resultado un post cada dos meses o así. En fin, veremos.
Es una relación peculiar la que me une a los ordenadores (o computadoras, como decimos por el lejano sur). El primero que tuve era un PC sin disco duro. No, no es broma, no tenía disco. Arrancaba mediante un floppy disc (los más jóvenes ni sospechan lo que era aquello), y cada programa que querías usar era un diskette separado... o sea que no podías ejecutar más de una cosa a la vez. Luego vinieron otros, y hoy tengo un bicharraco respetable, con un monitor XXL adecuado para la miopía del Peregrino y con nombre de personaje de cine, HAL 9000. Y con todos he tenido esa misma sensación de amor-odio... les hablo, discuto con ellos, los animo, a veces les grito, les doy palmaditas para que vayan más rápido... creo que Kubrick dejó en todos nosotros, los sufridos usuarios, la incómoda sensación de que nos miran y que tienen una personalidad propia. Insensato, dirán, pero de vez en vez no puedo evitar echar una mirada recelosa a la webcam.