No todo va a ser Mozart


partitura
Evoco antes que nada una vieja radio, marca "Spica"...era tan veterana que su carcasa era de cuero (sí, de cuero). En ella durante mi infancia sobre todo sonaban tangos, escuchados por mi abuela (el programa se llamaba "Rapidísimo"). Aquella época me trae recuerdos sobre todo tangueros, pero también de folkloristas argentinos como Larralde o Guarany. Por otro lado, la música clásica y Serrat, el primer Serrat de mano de mi padre, y junto al tocadiscos había música de los '50, como Pat Boone o Glenn Miller. Ésa es la heterogénea banda sonora de la edad de la inocencia... cuando pasé a la edad del pavo, me explotó la cabeza. En aquella época tenías que elegir: eras "bolichero" o "progresivo"... esto en castellano significaba escuchar música de discoteca (el Peregrino nunca ha pisado una, pero ésa es otra historia) o rock, en un ecléctico arco que iba desde los Rolling hasta Yes. Y mi primer descubrimiento fue Queen. Aún recuerdo el deslumbramiento... esa voz prodigiosa, esa música que era incapaz de haber imaginado siquiera... y luego Yes con su extravagante magnificencia, y Génesis (antes de la versión light de Phil Collins), y Pink Floyd...
La cosa podría haber quedado ahí, pero a los dieciséis años me enamoré hasta la médula de una compañera de trabajo. Y hete aquí que la señorita era heavy. Heavy Metal de toda la vida. Y como tiran más dos... lindos ojos que veinte carretas, allá que fuí a ver qué era eso. Y me dio entre los ojos "El número de la bestia" de Iron Maiden. Creo que la palabra que mejor describe aquello es el nombre del bar de los fachas de Springfield: "Sha-ka-boom". Tras Maiden llegó Sabbath, AC/DC, Zeppelin, Purple y una larguísimo etcétera que sería tedioso enumerar. Más o menos por esta época, gracias a una profesora de música, llegó otro grande del heavy: Richard Wagner. No es broma, Herr Wagner es un metalero avant garde. En esta época mi madre, con muy buen criterio, me regaló unos auriculares, de ésos de DJ, como dicen los más jóvenes, lo cual la salvó de escuchar los alaridos del Infierno, pero puso en serio riesgo mi capacidad auditiva.
No teman, no seguiré dando detalles... simplemente luego llegaron otras músicas: la nova trova cubana, cierta parte del rock argentino, una re-escucha de otros clásicos como Wolfie o Beethoven; músicas del mundo como la India o Japón que me abrieron a otras posibilidades y sensibilidades. Así que ése es el paisaje musical del Peregrino Gris hoy: rockero, con un toque heavy y tanguero, ligeramente clásico, con influencias de Asia. Nadie me negará el eclecticismo.