El ama de casa, versión años '60 |
Uno de los mayores inventos de la Humanidad es la televisión por cable. No por tener tropecientosmil canales (de los cuales no ves el 99%), sino porque tiene poca o ninguna publicidad. Hace mucho que he dejado de ver los canales en abierto, y uno de los motivos son las interminables y estúpidas tandas publicitarias, que pueden destrozar la mejor película (o el mejor programa), ya que cuando se reanuda tras la tanda, ya ni recuerdas qué había pasado, qué había dicho quién y si eres un poco despistado, qué diablos estabas viendo (a ver... ¿la rubia es Lucy, la tía que sedujo al hermano tetrapléjico de Bobby, o es Linda, la novia de Ritchie?). Pero el motivo de esta entrada no es la longitud de las tandas, sino su indescriptible imbecilidad.
Vaya por delante que hay alguna publicidad realmente ingeniosa y creativa. Hace mucho tiempo, en Argentina iba al cine a ver (gratis) la proyección de una recopilación de las publicidades de todo el mundo que habían recibido premios, y eran realmente muy, pero que muy buenas, un alarde de imaginación y creatividad. Pero me temo que no es la tónica general.
Una de las cosas que más me irrita es el estereotipo. Si la cosa va de productos alimenticios, ya sabes que saldrá una familia feliz, compartiendo la mesa entre sonrisas que harían palidecer a papá Ingalls, o tías espectaculares diciendo que comen nosequé porquería para mantener el tipo, cuando es evidente que lo suyo es machacarse en el gimnasio 8 horas diarias. Si va de coches, puedes contar con panorámicas del auto en cuestión deslizándose entre hermosos paisajes mientras son conducidos por un sonriente y viril conductor (no sé ustedes, pero yo no voy sonriendo como un imbécil mientras conduzco solo); y si va de productos de limpieza... eso merece comentario aparte.
Las cosas para limpiar la casa, en la mente de un publicista, van dirigidos a un target (como dicen ellos) muy definido: el ama de casa, esa sufrida profesión que consiste en trabajar como una burra, sólo que en casa y sin percibir remuneración. Y al perecer estos señores han decidido que esas personas son idiotas. Actores con bata blanca que intentan con ese truco barato hacernos creer que son científicos alaban las virtudes del detergente X, mientras una animación trucada muestra sus supuestos efectos, intentando hacer creer que esa patraña es real (hace unos años tienen que poner un cartelito advirtiendo de que la imagen no es real, pero ponen letras ilegibles y diminutas); mujeres en traje alienígena que vienen del futuro a decirnos chorradas sobre los productos que venden, supuestas amas de casa reales que meten al vendedor de la porquería que sea en su casa para que les demuestre sus maravillosos efectos y quedan boquiabiertas como si acabaran de ver frente a ellas a Rocco Siffredi en bolas... podría estar toda la mañana recordando imbecilidades de este tipo. Y una cosa hilarante es que nunca (pero nunca) la voz del actor de la publicidad es real, a menos que se trate de un famoso. He llegado a creer que todos los actores publicitarios tienen problemas de habla, sinceramente.
Vamos a ver, señores publicistas... imagino que estas cosas las cobran bien. ¿tanto cuesta pagar un guionista? Recuerdo publicidades hechas sin alardes técnicos (me viene a la mente una de la más famosa bebida cola hecha simplemente con botellas y latas, y una voz en off, que fue muy conocida y tuvo mucho éxito) que eran de buen gusto, alejadas de los estereotipos, ingeniosas, graciosas. Dejen de tomarnos por idiotas, por poner un señor de buen ver en bata blanca nunca me convencerán que el detergente X es mejor que el de marca blanca que compro. Jamás. Y encima, con tipos cerriles como este Peregrino, se da el efecto rebote: hay determinadas marcas que no las compraría ni habiendo fumado crack simplemente por la aversión que me producen sus publicidades. Dejaos de científicos de pega, de modelos a dieta y de lavavajillas relucientes, ya está bien. Hagan su propio mayo francés, la imaginación al poder. Los sufridos consumidores de televisión lo agradecerán.