Esparta y el Tercer Reich



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SS-Reichsführer Himmler
El mundo griego, he de admitir a mi pesar, estaba bastante olvidado en mi imaginario hasta la irrupción en el cine de “300”, la libérrima recreación de la batalla del paso de las Termópilas. Pero tal renovado interés me recordó ciertas viejas cavilaciones que ahora me atrevo a poner por escrito.
El tema es vasto, y mis conocimientos bastos; por lo que sin duda me dejaré la mayor parte de la sustancia en el tintero, pero haré lo que pueda en mor de la claridad expositiva.

Sabido es que la Alemania nazi tuvo un desmedido afán por incorporar a su cosmovisión cuanta mitología se le puso a tiro, desde la svástika indoirania hasta las runas escandinavas, y desde los reyes de antaño hasta los Caballeros Teutónicos, viniendo o no al caso la inspiración, y si el “modelo” no encajaba en el nacionalsocialismo, se le retorcía y manipulaba hasta que entrara de buen grado o a la fuerza. Ese fue el caso de Esparta, verdadera obsesión para muchos líderes nazis, que la consideraron sociedad ideal, espejo donde mirarse y modelo a repetir. Para mayor intríngulis, dicha ciudad-estado era debilidad de los más altos jefes de la organización que daba el tono en el nazismo, las SS. El nacionalsocialismo nunca hubiera sido lo que fue ni hubiera hecho lo que hizo si no fuera por esta extraña fuerza, mezcla de orden de caballería y brutal fuerza de choque en lo que ellos denominaron “guerra racial”. Y los líderes de las SS, a pesar de lo que nos gustaría creer, y muchos historiadores dicen, no eran un hatajo de patanes estúpidos y brutales, sino que muchos de ellos tenían (desgraciadamente) auténtica valía para la organización, el control y el empleo de esta enorme fuerza paramilitar. El tema es enorme y complejo: en Esparta veían estos personajes encarnación del espíritu heroico, de la inmisericordia; del empleo de la brutalidad más absoluta para la consecución de los fines del estado y la primacía del guerrero sobre todo otro tipo social... y decidieron reeditar tal sociedad, con los medios que la técnica del siglo XX puso en sus manos. Técnica no sólo militar y armamentística, sino comunicacional, educativa y psicológica. Y esto no es mera apreciación mía, hay infinidad de discursos de Himmler o Heydrich en los que se alude explícitamente a este tema. Siendo tan complejo el asunto, me ceñiré en estas líneas a dos aspectos de la sociedad espartana que fueron del especial agrado de las jerarquías del NSDAP y las SS, amén de sobra conocidos: la agogé y el empleo de los ilotas

Explicaciones sobre la agogé, la bestial escuela de endurecimiento espartano a la que se veían sometidos los niños para convertirse en Iguales y Ciudadanos de pleno derecho creo que sobran. En ella se primaba la resistencia física y mental, la astucia como cualidad deseable per se; el destierro de todo sentimiento de compasión, la crueldad como valor. Estos mismos principios fueron aplicados en la educación nacionalsocialista, y de ello es que me dispongo a dar nota.

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Leónidas, Rey de Esparta
Una de las fábulas fundacionales del III Reich es la del “Reich Milenario”, una supuesta perduración en el tiempo del nazismo. Por lo tanto, principalísima preocupación de sus jerarcas era la formación de los niños y jóvenes en la visión nacionalsocialista de la realidad y la Historia. Tal proyecto comienza en forma difusa ya en los comienzos del régimen de Hitler, cuando a Fritz Wächtler, jefe de la NS-Lehrerbund (Liga de Profesores nazis) se le dio el grado de SS Obergruppenführer, con el objetivo que las escuelas y las universidades fueran cayendo bajo la égida de la SS. En esta historia hay una fecha clave: el 20 de abril de 1933 el Dr. Bernhard Rust, ministro de Ciencia, Educación y Cultura funda el primer Instituto de Educación Política Nacional (Nationalpolitische Erziehungsanstalten), más conocido como NPEA o Nápola, aunque esta última denominación ponía frenético al jefe de las SS, el Reichsführer Heinrich Himmler, dada su aversión a los italianos. Estas escuelas, habitualmente sitas en cuarteles antiguos, monasterios o castillos restaurados, trataron de reproducir fielmente el espíritu de la agogé espartana, sometiendo a niños de 10 años a brutalidades disciplinarias prusianas sin cuento, obligándolos a realizar tareas salvajes como la tortura de judíos y prisioneros políticos y estimulando en ellos una personalidad exenta de misericordia y de competencia despiadada. Aspecto por demás notable era el culto al cuerpo, considerando que el débil físicamente era inferior y por tanto susceptible de ser clasificado como no apto para integrar la nueva élite germánica, primándose el desarrollo atlético y la habilidad en disciplinas de combate como el boxeo o la esgrima.

Típico del III Reich fue la feroz batalla por el control de las Nápolas. Su alma mater, Joachim Haupt, era miembro de las SA (las tristemente célebres camisas pardas), pero luego de la purga de la noche de los cuchillos largos cayó en descrédito, y tras ardua pelea entre facciones del NSDAP, Himmler se salió una vez más con la suya y el 9 de marzo de 1936 el SS-Obergruppenführer August Heissmeyer fue nombrado inspector General de las NPEA. El “programa de estudios” se basaba fundamentalmente en la superioridad racial aria, el deber, el valor y la obligación personal entre el alumno y el Estado nazi. Esta expansión del control de la educación por parte de la SS alcanza su cénit en 1944, cuando Himmler es nombrado Supervisor Nacional de todas las escuelas en las que se podían reclutar los futuros oficiales de la Whermatch y la Waffen-SS, lo que en la práctica lo colocó al frente de todos los centros educativos del Reich. Hoy puede parecernos delirante o difícil de creer, pero en esos años terribles una infinidad de niños y adolescentes alemanes sufrieron en sus carnes y almas el brutal espíritu de la agogé, destinada a hacer de ellos el cuerpo de guerreros de élite que habría de continuar la labor iniciada por Adolf Hitler y sus secuaces.

Con respecto a los ilotas, el tema es aún más complejo, si cabe. Sabido es que la sociedad espartana sólo podía mantenerse económicamente teniendo una enorme base de esclavos que con su trabajo gratuito sostuvieran a los numéricamente pocos Iguales. Siempre he encontrado analogía con este sistema y el concentracionario alemán. Muchas personas creen que el sistema de campos de concentración es meramente una organización de exterminio sistemático de judíos, gitanos, homosexuales y opositores políticos. Nada más lejos de la realidad. Para empezar, hay que distinguir los tipos de campo:

KL o Konzentrationslager. Es el campo de concentración primitivo. Como su nombre indica, es un sitio donde se retiene a personas, generalmente con vistas a su clasificación para un destino ulterior; básicamente eran campos de paso. El nombre, sin embargo, nació cuando, una vez obtenido el poder, Hitler se dedicó a encarcelar a deficientes y enfermos mentales, homosexuales y primordialmente opositores políticos (recuérdese que aún no habían sido promulgadas las Leyes para la protección de la Raza, comúnmente conocidas como leyes de Nüremberg). Las cárceles estaban a rebosar, y fueron creados los KL con el objetivo, obviamente, de “concentrar” (eufemismo de encarcelar) a estas personas.

SBL o Sonderbehandlunglager. Otro eufemismo terrible, “Campos de tratamiento especial”. Es el campo de exterminio propiamente dicho, el que nos acude a la cabeza cuando hablamos de este tema. Birkenau o Treblinka son sus prototipos, su única función aparente es el exterminio de los untermenschen (subhumanos), encabezando la lista los judíos, eslavos y gitanos. Pero ya en este tipo de campos vemos una utilidad económica: no en vano están bajo la jurisdicción absoluta de la Oficina Económica y Administrativa de las SS (WVHA, Wirtschafts und Verwaltungshauptamt),  y no bajo la órbita del SD (Sicherheidienst), feudo de Reinhard Heydrich que se ocupaba de las matanzas de judíos perpetradas por los Einsatzgruppen sin formar campos de ningún tipo. De estos campos salían sobre todo subproductos de la rapiña: joyas, divisas y otros objetos que llevaban los pobres infelices destinados a morir en el campo (lo que no es moco de pavo, fueron millones y millones de marcos); y terribles aprovechamientos del asesinato: pelo humano para pelucas y alfombras de submarinos, fertilizantes a base de las cenizas de los crematorios y otras mil formas de obtener beneficios dinerarios de la industria del asesinato.

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Campo de trabajo (AL) de Plaszow, Polonia. 
AL o Arbeiterslager, “campos de trabajo”. Aquí no hay eufemismo que valga, es donde encontramos la masa de los esclavos, los ilotas que con su trabajo no remunerado sustentaron buena parte de la economía de guerra del Reich (y de paso enriquecieron hasta lo indecible a grandes grupos empresariales como Krupp o IG Farben) Dudo mucho, muchísimo, que Alemania hubiera podido librar esa guerra sin esta masa esclava; tal como Esparta no hubiera podido mantener una continua actividad militar sin el trabajo no retribuido. Para dar pálida idea de la formidable fortuna que estos desventurados produjeron, citaré tan sólo tres empresas directamente relacionadas con los  AL en 1939, todas bajo el control de las SS, sin perder de vista que esto creció y creció a lo largo de la guerra. Estaba Deustche Erd & Steinwerke GmbH, con 14 minas y canteras de mano de obra forzada, Deustche Ausrüstungswerke, propietaria de todas las instalaciones y maquinaria de los campos; y Gesellschaft für Textil und Lederverwertung, que utilizaba la mano de obra esclava para producir uniformes y equipos para el Ejército, sin olvidar que sitios como Auschwitz-Birkenau vendían (literalmente) prisioneros a empresas privadas alemanas (especial asco me causó una petición de "1.000 unidades" que hizo una fábrica de caucho sintético a Rudolf Höss, comandante de Auschwitz, quejándose de que las unidades le duraban muy poco ya que estaban "muy deterioradas")  Para no abundar más en el tema, diré que con el tiempo, la actividad de los campos abarcó terrenos tan dispares como la producción de ladrillos, aceite, porcelana fina, materiales de construcción, cemento, agua mineral, productos cárnicos, pan, armas, carpintería, ropa civil y militar, agricultura experimental, piscifactorías, libros y revistas, restauración de obras de arte y espadas.
Creo que he explicado mi convicción ya, y seguir dando ejemplos del intento de revivir la sociedad espartana en el III Reich sería aburrir aún más al desventurado lector. A veces, cuando lees mucho sobre ciertas cosas, se hace muy cuesta arriba seguir creyendo en el ser humano.

Bibliografía:

“Historia secreta de las SS”, Robin Lumsden, La esfera de los libros
“Las SS: instrumento del terror de Hitler”, Gordon Williamson, Libsa
“Una mujer en Birkenau”, Seweryna Szmaglewska, Alba
“La lista de Schindler”, Thomas Keneally, Edhasa
“Amos de la muerte”, Richard Rhodes, Booket
“El Estado de las SS. El sistema de los campos de concentración alemanes”, Eugen Kogon, Alba
“La Gestapo”, Rupert Butler, Libsa
“El III Reich en el poder”, Richard J. Evans, Península
“Todos los hombres del Führer”, Ferrán Gallego, Debate
“Puertas de fuego”, Steven Pressfield, Debolsillo
“Termópilas”, Paul Cartledge, Ariel