Septiembre 1, 1939

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SS Leibstandarte Adolf Hitler
El Peregrino Gris no puede, ni quiere, dejar pasar esta efeméride. Tal día como hoy, el III Reich de Adolf Hitler inicia la invasión de Polonia, desencadenando así la II guerra mundial. La mayor devastación que el mundo haya contemplado, y muchos hechos inéditos en la historia de la Humanidad: el fin de la distinción entre civil y militar, el uso del arma nuclear en dos ocasiones, el exterminio sistemático, y en parte ejecutado de manera industrial, de aproximadamente seis millones de judíos, opositores políticos, deficientes mentales, prisioneros de guerra o gitanos. La contienda, la "guerra que había que ganar" como dicen Murray y Millet, dejó entre 50 millones y 70 millones (millones) de muertos y desaparecidos. Todo en aras de una ideología delirante, nacionalista y racista, sin pies ni cabeza... elegida democráticamente por buenos y honrados burgueses de un país civilizado y próspero.

Vengo leyendo sobre la II guerra mundial desde más o menos los 8/9 años. He estudiado todos sus aspectos, y lo seguiré haciendo mientras pueda. Pero de tantos miles de testimonios y análisis, para mí quien ha dado con la clave del nazismo es (cómo no) Jorge Luis Borges. Tiene un cuento breve, "Deutsches requiem", que son unas breves memorias de un comandante de un campo de concentración poco antes de ser ejecutado. Y contiene la frase que para mí resume de manera magistral el fenómeno nazi. Dice "...El nazismo, intrínsecamente, es un hecho moral..." Un hecho moral, no político ni económico ni militar. Al nazismo lo encontramos hoy no sólo en el parlamento griego con su absurdo partido neonazi, sino en las políticas que condenan a la falta de atención médica al inmigrante, en las que deshaucian económicamente al discapacitado porque al Estado no le interesa, ya que gasta y no produce; en la implacable presión sobre grupos enteros de población que no son capaces de defenderse. Es un aspecto característico del nazismo, casi definitorio: la crueldad, es decir la violencia ejercida contra quien no puede defenderse.
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Asesinato de un Einsatzgruppen

Y Borges nos regala otras frases premonitorias de lo que pasa hoy (recordemos que el cuento es de 1949). Por ejemplo la siguiente, puesta en boca del protagonista: "Yo sé que casos como el mío, excepcionales y asombrosos ahora, serán muy en breve triviales. Mañana moriré, pero soy un símbolo de las generaciones del porvenir". Oh, Borges, Borges, que presciencia, que lucidez. Efectivamente, nombres como Eichmann, Höss, Heydrich, eran entonces epítomes de la bestialidad desmedida. Auschwitz, aunque sea un icono de la historia de la infamia era considerado algo irrepetible en su perversidad. Hoy, ante nombres como Arkan o Karadžić, o los campos de la muerte camboyanos o Rwandeses, vemos que aquellos precursores verdaderamente trivializaron la barbarie sin límite. La clave final la da en este último párrafo: "Se cierne ahora sobre el mundo una época implacable. Nosotros la forjamos, nosotros que ya somos su víctima. ¿Qué importa que Inglaterra sea el martillo y nosotros el yunque? Lo importante es que rija la violencia". Verdaderamente es así: basta leer las noticias diarias para comprender qué acertado y profético estuvo el gran Jorge Luis: estamos viviendo una época implacable, en la que rige la violencia. La violencia de las guerras, los bombardeos y los genocidios; pero también la violencia económica y social que condena al hambre, la miseria, la exclusión social. Las casas ya no se pierden bajo las bombas en los países de Occidente, se pierden a manos de bancos e instituciones que responden al hecho moral del nazismo, los enfermos terminales o altamente dependientes ya no reciben una inyección letal como en la Aktion T4, sino que se los deja morir lentamente privándolos de lo que necesitan al retirarles los medios y ayudas que tenían, y así un largo etcétera. 

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 Por eso no quería dejar pasar este 1 de septiembre, más aún cuando en mi país entra en vigor una ley con todo el espíritu del nazismo, que deja sin asistencia médica a los inmigrantes "sin papeles"... en la mentalidad imperante, no son seres humanos (no son arios, diría Adolf), ergo no merecen vivir. Que se vayan, que se mueran, que hagan lo que quieran, pero el Estado no les da cobertura sanitaria. Y como esta medida tantas otras... no quiero discutirlas todas porque mi propósito era recordar la II guerra mundial, no detallar pormenorizadamente los hechos de los hijos morales del nazismo. Concluyo con otra frase de Borges, esta vez de "el jardín de los senderos que se bifurcan"... describe muy bien lo que podría pensar hoy Hitler viendo el panorama, a la luz que nos ha ofrecido el Maestro... "abominablemente he vencido".