¡Cómo te rayas, P.K.D.!

philip-k-dick
Sí, ya... ¿quién diablos es P.K.D.? Pues uno de mis autores favoritos de ciencia ficción, Philip Kindred Dick. No me propongo glosar su vida, eso lo hace la Wikipedia mucho mejor que yo. Escribo estas líneas porque anoche, tras muchas vacilaciones (ocasionadas porque el protagonista es el insufrible Tom Cruise) me decidí a ver Minority Report, un film de Spielberg basado en una novela del bueno de Phil. Y me reencontré con el universo obsesivo y opresivo de Dick. Es el sueño de todo ministro del Interior: unos seres manipulados pueden ver el futuro, pero sólo en lo referente a asesinatos, lo que permite detener a los... ejem... presuntos asesinos y encarcelarlos antes de que comentan el crimen. Naturalmente, estás deteniendo a un inocente, puesto que el acto del que se le acusa no ha sido realizado. Aquí afloran todas las obsesiones de Dick: el estado opresor y brutal, la sociología, los estados alterados de conciencia. La novela es tan buena que hasta hizo obviar la presencia del pequeñajo terror de las nenas

Recuerdo que mi primer contacto con este autor fue a los 10 u 11 años, con un libro brutal llamado Deus Irae, escrito con Roger Zelazny. En unos Estados Unidos devastados tras una guerra nuclear, hay varios tipos de seres: los humanos, los incs (de incompletos, gente a la que le faltan miembros) y los mutantes, engendros inteligentes de todo tipo generados por la evolución acelerada inducida por la radiación. En este mundo el cristianismo ha muerto (nadie puede creer en el dios cristiano después de lo que ha sucedido), y ha sido reemplazado por el culto a una figura absurda: un tal Lufteufel (juego de palabras con Teufel, "demonio" en alemán). Se rumorea que ese hombre se halla aún vivo, y un artista Inc emprende una peregrinación inverosímil a través de un paisaje de pesadilla para ver el Rostro del nuevo dios y plasmarlo en una obra. Fue mi primer contacto con Dick, y unos años después llegaría otro, éste el definitivo.

Blade Runner fue un antes y un después en la forma de ver cine de SciFi para muchos de nosotros. Lo que muchos admiradores de la peli no sabían es que (cómo no) está basada en un libro de Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. Mucha gente que vio Blade se precipitó a comprar el libro, y se quedó a cuadros, puesto que poco tienen que ver... son dos obras de arte completamente distintas. En el libro, Roy, el replicante filosófico y duro de matar, es un androide con bastante poca sesera, y con menos aún habilidades de combate: Deckard lo encuentra, tira abajo la puerta de una patada y se lo carga. Así, sin más. Pero el cambio más evidente es el propio Deckard: es un idiota integral, cuyo único sueño y obsesión en la vida es cambiar su oveja electrónica por una real, que cuesta un dineral. Es un tipo limitado, envidioso, bastante mala persona... nada que ver con el guapérrimo Harrison Ford. En fin, que ninguna de las dos obras es mejor, simplemente son, con una base común, dos obras maestras diferentes. Y en ambas las mismas obsesiones acerca de la identidad, la memoria, el ser.

Podría seguir así toda la mañana. Dick tiene auténticas obras maestras como El hombre en el castillo, pero lo mejor que se puede hacer es leerlas (me he dejado en el tintero otra obra adaptada al cine de forma bastante esperpéntica con nada menos que el Chuache como protagonista (y con el icono sexual de toda una generación, una jovencísima y hermosa Sharon Stone): Total Recall, otro juego con la memoria). La inmersión en el mundo alucinatorio de Dick es toda una experiencia, pero vale la pena. Eso sí, si no les gusta, no me echen la culpa a mí.