Capitán Roberto Nascimento |
Hace cuatro días leí una noticia que inmediatamente me trajo a la cabeza el viajo enunciado de que la realidad supera a la ficción. Resulta que la Policía Militar de Río de Janeiro había invadido unas favelas, con miras a pacificarlas, como operación de lavado de cara por la próxima celebración del mundial de fúmbol y los juegos olímpicos en esa ciudad. No diré nada de lo obsceno que resulta que un país que cuenta en su principal ciudad con algo como el fenómeno de las favelas se gaste millonadas para que unos tipos den botes, brinquen y corran detrás de pelotitas, allá cada cual con su conciencia. Simplemente que este escenario ya lo vi, pero no en los diarios (por cierto, quien no se haya enterado de la operación policial puede leer sobre ella en este enlace), sino en dos espléndidas películas brasileñas: "Tropa de élite" y "Tropa de élite 2: ahora el enemigo es otro".
De entrada, al leer la noticia, me entró la sospecha al leer que la invasión se realizó en minutos, no se disparó ni un tiro... y que no se apresó a ningún jefe narco. El descaro de esta irrupción pactada con los narcos me dejó estupefacto, y no pude menos que acordarme de las pelis citadas.
La primera de ella nos introduce en la situación personal del Capitán Roberto Nascimento, integrante del BOPE (Batalhão de Operações Policiais Especiais), que está harto, superado por completo por la brutal presión de una guerra urbana de las peores, pues el día a día de las favelas no es precisamente recibir a la policía con los brazos abiertos, sino a tiros. Y la gota que colma el vaso es nada menos que tener que limpiar una favela, esta vez no por el benemérito Comité Olímpico, sino porque al Papa Juan Pablo II se le ocurrió pasar la noche en un sitio contiguo a una de las favelas más violentas. Lo que ocurrió fue un reguero de favelados muertos, para que la santa cabeza pudiera apoyarse sin riesgo en la santa almohada esa noche. Vamos, que cualquier relación con la realidad no es mera coincidencia.
¿Fotograma del film o realidad? |
La segunda parte de la película nos muestra también como funciona el pacificar un sitio: se lo toma con la policía militar en una acción de fuerza de grandes proporciones, que garantiza titulares en todos los diarios del mundo, y durante un tiempo parece haber paz: ya no hay noticias de matanzas y tal. El Comité Olímpico puede tener paz en sus deportivas seseras, al parecer las favelas han mutado en jardines del edén en unas horas, pueden declarar que Río es una ciudad segura y blablabla. Pero, dear friends, la peli nos muestra cómo funciona en realidad esto: a los narcos se los expulsa, se los mata, o se pacta con ellos para que se larguen por un tiempo; las organizaciones de extorsión de éstos desaparecen... para ser sustituidas por organizaciones formadas por policías corruptos. Para el favelado de a pie la cosa no cambia mucho: antes pagaba el impuesto por utilizar su furgoneta de transporte colectivo, el enganche ilegal a la TV o lo que sea a alguna banda, ahora se lo paga a la policía (aunque hay un problema: si le dan una paliza de muerte o lo matan por no pagar... ¿a quién se denuncia? ¿a la policía?). Pero la cosa tiene trampa, pasiero. Cuando estaban las bandas, había lucha por el control, asesinatos, torturas... cosas de las que salen en los diarios e inquietan a los olímpicos o a los mundialistas fumboleros. En cambio, con el asunto bajo control policial, todo parece tranquilo, los diarios no dicen nada, y los jerifaltes del deporte no ven sus conciencias sobresaltadas. Así funciona la cosa, aunque sea triste saberlo.
Alguno se preguntará porqué doy crédito a lo que muestre una película. Pues porque no es una de Rambo. Están basadas en un libro del mismo título, escrito a tres manos por gente que conoce el tema desde dentro, incluído un ex miembro del BOPE y el ex secretario nacional de seguridad pública de Brasil. Y les aseguro que, con lo brutales que son, las pelis se quedan muy cortas respecto a los que se cuenta en el libro.
En fin que como se suele decir, nihil novum sun sole. Sólo que esta vez el parecido fue tan descarado que me llamó la atención. Sólo me faltó ver al Capitán Nascimento en alguna foto. Y para terminar, una de las frases que más me gustan de la segunda película: el sistema no trabaja para resolver los problemas de la gente. El sistema trabaja para resolver los problemas del sistema.