Cuento zen (o la inutilidad de comerse el tarro)

Iban un anciano maestro del Zen y un joven discípulo caminando en meditación por la orilla de un río, cuando oyeron unos gritos desgarradores... al mirar, vieron que una mujer se ahogaba en la rápida corriente. El discípulo se quedó petrificado, en cambio el maestro se quitó el hábito en un santiamén, se arrojó al agua y sacó a la mujer a la orilla. Luego la saludó, se volvió a vestir y siguió su camino. El discípulo lo seguía, perplejo, hasta que un poco después estalló: ¡Maestro...usted es un Roshi!* ¡No debe tocar una mujer, y sin embargo la ha cogido en brazos! El maestro lo miró, compasivo -esa mujer iba a morir, e hice lo que tenía que hacer, siguiendo luego mi camino. Tú, sin embargo, aún sigues cargando con ella.


*Roshi: Literalmente significa venerable maestro (espiritual). Así se le llama a un maestro de zen maduro, quien puede ser un monje, un sacerdote, un laico, hombre o mujer.

Algún día les contaré de mi relación con el budismo, mi amor imposible. Pero, como diría Hannibal Lecter, but not today.