Redes (sociales)

redes-socialesMe gustaría conocer al genio que inventó el término "redes sociales" para referirse a cosas como Facebook. Las redes sociales existen desde hace millones de años, y las poseen todos los animales sociales, desde las hormigas hasta los lobos, pasando por los primates como nosotros. Pero bueno, el término ha arraigado, y al menos es conciso y descriptivo (mucho peor sería "comunidad de individuos conectados por vía informática", por ejemplo). Este Peregrino es amante de internet como buen geek, y he visto todo su desarrollo: los pioneros chats IRC (si no sabes qué es esto, es que eres un yogurín), es decir unos chats muy, muy básicos (yo empecé con uno de Terra), luego los chats dependientes de los medios de comunicación (¡oh, la sala Zeus de El País!), el auge de los foros especializados en un tema específico (aún existen bastantes), la explosión de los blogs -hubo una época en que parecía obligatorio tener uno- y finalmente las recién llegadas, las redes.

No diré nada de Tuenti, la red para adolescentes, porque no la conozco en absoluto: estoy mayor ya para andar cambiando pañales. De las grandes, hay una que detesto, otra que me encanta, pero no funciona, y la que amo y odio a la vez.
Mis contactos de Facebook ya lo saben: detesto a Twitter. En principio no la considero una red social propiamente dicha, sino más bien una especie de servicio de SMS a lo bestia. Hay gente que cuelga en FB tweets, y les juro que la mitad de las veces no se entiende en absoluto qué demonios quiso decir el emisor del mensaje. El primer problema es la limitación en los caracteres que puedes escribir. Los defensores de este servicio provocan mi hilaridad afirmando que esta limitación favorece la concisión y el laconismo en el lenguaje, cuando la verdad es que es un lenguaje lamentable, lleno de abreviaturas propias de un SMS y trufado de términos clave que redirigen a otros tweets. Vamos, que para estar actualizado en tanto a noticias prefiero un medio tradicional, y más teniendo en cuenta que los fabricantes de bulos y trolas diversas tienen su terreno abonado en Twitter, ya que todo el mundo le da a "reenviar" al parecer sin tomarse medio segundo en pensar si la estupidez de marras tiene algún viso de verosimilitud.

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Tráfico de información de Facebook
La que me encanta, pero no termina de arrancar, es Google+. Una maravilla técnica, que permite editar el texto, no se "cuelga" haciendo desaparecer los mensajes, pionera en tener videollamada, con un kit creativo para tratar tus fotos al subirlas, e interconectada con todo el universo Google, desde Picasa a Blogspot. ¿Cuál es su gran problema? Que llegó tarde. Su intento de arañar usuarios a Facebook no tuvo éxito, y realmente la uso para seguir grandes instituciones como la NASA, Science o National Geographic, porque usuarios que me interesen no hay tantos, y los pocos que hay están duplicados: ya los conozco de Facebook.

Y finalmente, mi relación complicada, El Face. Técnicamente es una birria (he sostenido en alguna ocasión que los encargados de su mantenimiento son dos adolescentes granujientos que juegan a las consolas en vez de trabajar, un chimpancé senil y cuatro gallinas que picotean los teclados al azar). Constantemente se cuelga -te llegan notificaciones de que tienes mensajes, y no los ves; desaparecen los mensajes, no te llegan notificaciones de mensajes privados-, no puedes editar los mensajes añadiendo negrita o cursiva (no hablemos ya del subrayado), tampoco puedes editar un mensaje si te equivocaste al escribir (hace unas semanas ya puedes hacerlo si es una contestación a otro post, pero no si es el original), las fotos no se pueden retocar... vamos, para ser el monstruo de empresa que es, el aspecto técnico es penoso.
¿Y porqué me quedo? Obviamente, por la gente. Vale que pocos, muy pocos, de mis contactos originales sobreviven aún, pero he ido conociendo muchas buenas personas en el camino. Y de las otras, claro, desde simples tontolabas hasta seres auténticamente malignos, alguno de los cuales terminó con denuncia a cuestas. Creo que la razón del éxito de una red social es que te permite la creación de una burbuja virtual: te conectas con gente que comparte ideas, ideologías e intereses, y eso te permite intercambios interesantísimos desde el punto de vista intelectual (y a veces emocional). Y puedes segmentar a tus contactos de acuerdo al nivel de privacidad que quieras: desde aquella persona con la que sólo hablas de música, hasta aquella otra (en mi caso son muy, muy pocas) que pueda ver las fotos de tu última excursión a un sitio bonito. 
Además, está el aspecto utilitario: Facebook no son sólo personas, sino también instituciones. Desde la NASA hasta el Hubble, pasando por Scientific American, series de TV o grupos de música, todos (todos) tienen FB. Así pues, para estar al tanto de las novedades, ya no tengo que entrar en veinte webs, tengo toda la información en un solo sitio. Y como también están los diarios, tengo las noticias en tiempo real, pudiendo además recurrir a la fuente, no como en el dichoso Twitter, en el cual esa información quizá la colgó Pepito Pérez, de Matalascabras de Arriba, porque se aburría.

En fin, primates somos, y nuestro impulso de socializar es terriblemente poderoso... los creadores de este tinglado tocaron una tecla muy profunda al crear esto. Así que ahí ando, con otros novecientos millones de Peregrinos. Virtuales, pero Peregrinos al fin.